Satélites, la mejor arma de Google
Oportunidades frente a nuevos negocios y un gran control potencial, eso es lo que espera Google de su última compra, Skybox, una empresa de satélites nacida en 2009, por 369 millones de euros (500 millones de dólares). Los trabajadores de la firma adquirida pasarán a formar parte del equipo de «acceso y energía» dentro de Google. El acuerdo se rumoreaba desde hace tiempo, cuando se empezaron a hacer patentes las visitas frecuentes de directivos de dos empresas vecinas, ambas tienen su sede en Mountain View, en Silicon Valley. «Compartimos mucho más que el código postal», exponen en la nota donde confirman la compra.
Skybox se define como una empresa capaz de proveer imágenes de alta resolución de cualquier punto del globo terráqueo varias veces al día. Su potencial, van mucho más allá. Sus satélites capturarán hasta minuto y medio de vídeo con calidad de 30 imágenes por segundo y las envían directamente a sus clientes. Sin demora. Lo más parecido a un circuito cerrado de televisión, pero con el planeta tierra en lugar de una casa. Su capacidad era bien conocida y había despertado el interés de empresas de seguridad privada y del ámbito militar. La realidad es que solo tienen uno en órbita, el SkySat-1, enviado al espacio usando un cohete de facturación rusa, en noviembre de 2013.
«Hemos construido los satélites de alta resolución más pequeños del mundo, que recolectan imágenes y vídeos a diario. Pensamos que nos unimos a la compañía adecuada para hacerlo mejor y más grande, que nos ayudarán a acelerar nuestra meta ambiciosa», subrayan.
Skybox cuenta con solo 125 empleados: ingenieros especializados en programar cámaras, pequeños aviones, analistas de datos y expertos en gestión de redes. Lo que no queda claro es si podrán con esa meta que citan o, como ha sucedido con casi todas las empresas que compra el buscador, terminarán absorbidos.
Los cuatro fundadores, Dan Berkenstock, Julian Mann, John Fenwick y Ching-Yu Hu estudiaron en Stanford. Durante una conferencia con otros estudiantes, en febrero de 2013, explicaban su finalidad: «Una disrupción en el mundo de los satélites». Los satélites de Skybox cuestan entre dos y cinco millones de dólares. Los que se usaban hasta ahora, rondan los mil millones. Sin duda, se puede considerar una disrupción notable. La diferencia de precio se justifica no solo en plantear el diseño desde cero, sino, sobre todo, en que vuelan en una órbita más cercana a la superficie. En sus planes más inmediatos está el envío de 15 satélites más, según indica Promod Haque, máximo responsable de producto en el coloquio en Stanford, que les permitirá tener cubierto todo el planeta con varias tomas diarias.
Para 2018, pretenden llegar a 24 satélites. A Google no solo le dota de herramientas innovadoras para sus mapas, sino que abre la puerta al control de cualquier lugar casi en tiempo real. También para que sus coches sin conductor, uno de sus proyectos más futuristas gracias a la división de análisis de datos de Skybox, opten por las rutas más seguras o con menos tráfico según el conocimiento.
El Wall Street Journal valora la adquisición por su precio ajustado. El fundador explica al diario económico algunas de sus posibilidades, como vigilar las fábricas de Foxconn, conocida por ser la que ensambla la mayor parte de los productos de Apple. No suena descabellado que puedan predecir en qué momento saldrá al mercado el próximo iPhone, o tener más claro si hay o no un arsenal nuclear antes de atacar un lugar. Una herramienta de espionaje perfecta si se suma el potencial técnico de los satélites con el software de análisis y predicción de datos que han desarrollado.
También puede servir para optimizar el uso de infraestructuras, por ejemplo un parking, o mejorar el gasto energético. Los satélites permiten saber si alguien se deja la luz del porche encendida, o si el alumbrado de una carretera es superior al necesario, si habrá una tormenta inesperada, terremoto o desastre natural. También si la ciudad está preparada para las consecuencias o no. Es decir, el potencial no está solo en la consecución de los datos, sino, sobre todo, en el proceso y análisis de los mismos.
Ethan Kurweil, creador del sintetizador y del software de reconocimiento óptico de caracteres (OCR),el mecanismo que hace que un escáner reconozca las grafías como letras y las digitalice, forma parte del consejo de Skybox. En declaraciones a CNBC resaltaba la capacidad técnica de Skybox: «capaces de capturar objetos de menos de 50 centímetros, a partir de ahí, se ve borroso. Pero esto significa que se puede ver lo que esté haciendo cualquiera. Quizá no se puedan contar personas, pero sí coches».
Una de las posibilidades más interesantes de Skybox es ampliar su plan para llevar conexión a Internet a lugares remotos. En teoría, filantropía. En la realidad, ampliar su mercado. La opción de conectarse a través de satélites suena realista.
A la vez, les pone un paso por delante en esta competición teóricamente desinteresada en la que Facebook, con Mark Zuckberberg como abanderado, quieren llevar Internet a 5.000 millones de personas. La red social se sirve para ello de acuerdos con empresas de telecomunicaciones como Ericsson y Qualcomm y su laboratorio de drones para proveer de acceso a la red.
Publicado el 23/06/2014
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